domingo, 4 de septiembre de 2011

Elegir Alimentos Vivos , parte II

Las enzimas


El segundo factor primordial que determina la relevancia de consumir alimentos vivos, es la existencia de enzimas, ya que la vida en sí misma depende de ellas. Las enzimas son moléculas de proteínas que tienen la capacidad de facilitar y acelerar las reacciones químicas en los tejidos vivos. Necesitamos de ellas para cada función corporal: hablar, caminar, respirar… y en particular, son responsables de ayudar en la digestión y absorción de alimentos.
A medida que crecemos y envejecemos, nuestra fuente interna natural de enzimas comienza a agotarse. Necesitamos reponer esta fuente, a través de lo que comemos.
Un hecho ignorado por la población se relaciona con la cocción de alimentos. Sobre los 40°C, las enzimas digestivas se destruyen y dejan como consecuencia alimentos desprovistos de ellas. Esto es importante, ya que crea repercusiones significativas en la salud humana.

El ser humano no vive realmente de la comida que ingiere, pero sí de la que digiere. El proceso de cocinar dificulta a nuestros cuerpos disolver y digerir los alimentos que ingerimos.

¿Por qué?

Cada alimento debe ser quebrado, molido y convertido en bloques más simples mediante el trabajo de enzimas. Podemos dividir las enzimas en dos grupos: exógenas (presentes en alimentos vivos) y endógenas (producidas por nuestro cuerpo). Mientras más enzimas exógenas conseguimos, menos enzimas tendrán que ser prestadas por otros procesos metabólicos y suministradas por el páncreas. Las enzimas contenidas en comida viva ayudan a digerir esa misma comida cuando ingresa al organismo. Una persona puede vivir muchos años con una dieta de comida cocida (muerta), pero eventualmente esto provocará agotamiento enzimático celular, suscitando un sistema inmunológico débil y a la larga, la enfermedad.

Pensemos en esto como una cuenta bancaria: al momento de nacer se nos da una cantidad finita de energía enzimática, que nos debe durar todo el tiempo que vivamos. Si no hacemos depósitos regulares a esta cuenta, comiendo enzimas exógenas presentes en alimentos raw (crudos, vivos), y en cambio continuamos comiendo alimentos cocidos que utilizan nuestro suministro enzimático, en algún momento se acabarán y nos volveremos mucho más susceptibles al envejecimiento acelerado, las enfermedades y la muerte prematura.

La destrucción enzimática mediante cocción de alimentos es perjudicial en muchas formas. No sólo afecta nuestro sistema inmunológico, sino también los niveles de energía y nuestra actividad cerebral.
¿Es común en ti sentirte cansado después de comer? La causa en gran parte está en que la energía de tu cuerpo es socavada por el esfuerzo que requiere para digerir toda la comida cocida que ingeriste.

Algunas personas tratan de aumentar sus niveles de energía tomando café y otros estimulantes artificiales.
Lo que sucede en este caso es que, a medida que el metabolismo aumenta, más y más enzimas son utilizadas, una sensación de falsa energía es experimentada y la persona percibe una sensación de bienestar.

El resultado final será menor energía, una quema más rápida de enzimas y envejecimiento precoz de distintos procesos biológicos.

Por eso al dejar de consumir estas sustancias es frecuente que se perciba un agotamiento físico y desánimo, como reacción de abstinencia de células ya fatigadas y desprovistas de enzimas. Sin embargo, al comenzar a alimentarnos con frutas, verduras y germinados vivos muy pronto sentimos mucha más energía REAL que la que podríamos obtener de una taza de café.
Toda la comida viva que entra a tu cuerpo va a rejuvenecer y alimentar tus células con la mejor calidad de nutrientes y enzimas que necesite.
Por otro lado, el mayor aporte de enzimas que la alimentación viva entrega al cuerpo también afecta a nuestro funcionamiento mental. Quienes empiezan con esta dieta notan una diferencia importante en mayor claridad mental, como si una “neblina” mental desapareciera. El cuerpo ya más limpio facilita una mejor capacidad para enfocarnos y concentrarnos.
Esto sucede porque el cerebro es como todo órgano: Puede trabajar bien sólo cuando recibe suficiente sangre y esa sangre debe estar limpia y rica en nutrientes. El cerebro también crea toxinas mientras trabaja- y trabaja TODO el tiempo. Se cree que es el órgano que más nutrientes requiere para cumplir sus funciones.
La falta de sangre y la retención de “basura” en el cerebro, genera sectores de éste “anémicos”, cubiertos de toxinas y mucosidad, y esto conlleva a la creación de enfermedades.

Doctores y científicos muchas veces tratan de encontrar causas complejas a enfermedades cerebrales. Pero no es tan complicado. Desde pérdidas pequeñas de memoria a Alzheimer, de días de apatía a depresión crónica, o incluso demencia, todas las disfunciones cerebrales y emocionales tienen su raíz en mala circulación sanguínea, deficiente nutrición y acumulación de toxinas.
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Una tercera y última razón que comentaremos esta vez para no cocinar alimentos y consumirlos crudos, activados o germinados, la encontramos en la información vital que estos poseen. Los alimentos son concentrados vivos de información almacenada: poseen moléculas de silicio a través de las cuales la tierra nos enseña a relacionarnos con lo que nos rodea, a cómo comunicarnos con nuestro entorno y a alcanzar un equilibrio y una comunión con él. Esta información vital va re-educando células neurotransmisoras de nuestro intestino para que éste tenga la capacidad de despertar deseos específicos a las substancias requeridas por el organismo.me_encanta_la_aviva

Al ser expuesta a altas temperaturas o al ser congelada, la molécula de agua en los alimentos se quiebra y además de las enzimas, se pierde la molécula de silicio y su información vital. A través del tiempo, éste ha sido uno de los motivos fundamentales del distanciamiento del hombre con su entorno, de la inconsciencia, el desequilibrio y la enfermedad.



El comenzar a alimentarnos de comida viva (alcalinizante y rica en enzimas y silicio) nos permite entrar en un mundo diferente, una vida llena de energía, consciente y presente, en la que cada uno se hace cargo de su bienestar en pos de una salud integral y global, en armonía con lo que nos rodea.


Hagámonos responsables y dejemos de criticar o culpar a otros por nuestros males: el cambio vendrá de nuestras propias manos.

Un abrazo cariñoso y muy vivo!

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